martes, 8 de marzo de 2011

8 de Marzo

Cuarto y último día de carnaval. Pucha, con lo que me gusta el carnaval. Tengo mil ganas de agarrar, y cerrar los libros, y largar todo e irme por ahí, a darme cuenta que no entiendo el sentimiento de la murga pero que sin embargo ahí estoy.

La forma en la que me levanté después de los sucesos de esta madrugada es difícil de explicar. Es rarísimo. Inexplicable. Pero de alguna manera, de alguna inexplicable manera, lejos de alterarme me da paz. Siento esa paz de cuando uno tiene la certeza del devenir de las cosas. Cuando uno siente un olorcito a inevitable a pesar de que sepa que todo puede cambiar de un minuto a otro.

Pero creo que por sobre todas las cosas, lo que más me gusta de todo esto es que estoy librada al azar del Universo. Realmente, que sea lo que tiene que ser, que sea lo mejor para todos, que sea si debe ser así. Y si no, nadie me quita la sensación que tuve ayer a la noche.

Hay veces que a uno le hacen creer que es uno el que ayuda, y el otro no sabe el intercambiable rol que jugó por un par de horas o unos simples minutos en tu vida. Hay veces en que lo que uno necesita llega de la mano menos esperada, y un bálsamo para el alma viene a dar una mano más a las heridas que curamos en silencio.

Saliendo de todo este asunto, me volví del pueblo, vino Clarissa a estudiar a casa y luego de bañarme y comer el salvador pastel de carne que la vieja me metió de prepo en la mochila  me puse a seguir metiéndole onda a la facultad, proponiéndome no irme a dormir hasta no terminar el trabajo práctico.

Mañana rindo. Mañana termina el período de estudio de verano.

Besos, paz en sus corazones y ojalá puedan sentir esa cosa que hoy siento yo. (Aunque haya sido sólo esto, cuánto me la quedo. Cuánto me la guardo.)

Besos,

TW

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